Cuando el llanto se agota,
el dolor te adormece,
y la serena soledad te colma.
Cuando el silencio te arropa,
la angustia se difumina,
las manos se abren.
Y vuelan desde el pecho palomas,
surcan los cielos de tu entorno,
renovando el aire que respiras.
Y caminas sin pies,
vuelas sin alas,
nadas en un mar dulce.
Porque nada nunca más….
podrá herirte de nuevo.
Reme Gras.
Derechos reservados.
Siempre hay un nuevo amanecer.
ResponderEliminarGracias por tu visita Jenny... un abrazo.
ResponderEliminarReme.
Buen poema nos presentas, amiga. De mucho gusto.
ResponderEliminarAbrazos
Muy amable José... feliz si te gustó.
ResponderEliminarUn beso...
Reme.