Con las manos
repletas
sin nadie a quien
dar,
se frustran las
esperanzas
se abandonan los
deseos.
Y crece el musgo en
el camino
intransitado y
solitario
vacío de ilusiones,
mueres a diario en soledad.
Frente a la vida…
que te acuna en
brazos de la nada,
te deja crecer a tu
suerte…
y te olvida.
Y dejas de ser tú…
para ser un número
que agoniza,
un lamento, el llanto
sordo,
de la penosa
humanidad.
Reme Gras.
Derechos reservado.