Con las manos
repletas
sin nadie a quien
dar,
se frustran las
esperanzas
se abandonan los
deseos.
Y crece el musgo en
el camino
intransitado y
solitario
vacío de ilusiones,
mueres a diario en soledad.
Frente a la vida…
que te acuna en
brazos de la nada,
te deja crecer a tu
suerte…
y te olvida.
Y dejas de ser tú…
para ser un número
que agoniza,
un lamento, el llanto
sordo,
de la penosa
humanidad.
Reme Gras.
Derechos reservado.
Triste pero realista, vivimos en la obcecación por tener las manos repletas para después ver, desde la angustiosa soledad, que de poco o nada sirve. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita Bruno...
ResponderEliminarUn abrazo.
Reme.
En la vida Reme, en la vida. Me ha gustado por la sinceridad de la poetisa, por su brevedad y por las palabras elegidas. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias José Ayllón... es todo un placer recibirte en mis versos.
ResponderEliminarUn beso.
Reme.