Eso que creemos
sentir…
que cambia nuestra
química
rompe el esquema
mental,
y arrastra azúcar a
los ojos.
El querer, querer…
nubla nuestro
sentido,
nos vuelve torpes,
inútiles,
ciegos a lo evidente.
Ambiciosos de
sentires,
precisados de cubrir nuestra
piel
con el abrazo del ser
amado,
aunque nos destruya
el mismo abrazo.
Y agonizar en cada
deseo,
zaherir fustigando la carne con fuerza,
como si al desgarrar
la piel ahogaras el deseo.
Y no se calma el
ansia…
porque es un
espejismo
algo que se burla de
la carencia,
que destruye el
corazón y la mente.
Y solo quedan las
cenizas…
del orgullo y la
carne chamuscada.
Reme Gras.
Derechos reservados.
A menudo, resulta muy difícil aceptar la dureza y rigores del amor; los desdenes y carencias... Y nuestro deseos, como bien dices, se enroscan sobre nuestra propia piel pidiéndonos más (El Corazón) cuando nuestra cabeza ya no va al compás de su delicada música.
ResponderEliminarY los sentimientos, ya en solitario, siguen girando y girando sin más.
Lo que comento es justo lo que las palabras del Poema me suscitan en el instante en que las leo.
Felicidades. Saludos.
Sensacionales letras querida Reme. Con toda la crudeza de una realidad que a veces la ceguera que padecemos nos impide ver para poder escapar de las situaciones que nos dañan.
ResponderEliminarBesos todos mi querida amiga!!!
Me ha parecido muy bello tu poema, amiga. La necesidad de afecto a veces nos hace caer en relaciones que no nos llenan y terminan generando dolor en nuestro interior.
ResponderEliminarPese al tema tan duro para quien lo sufre, el poema es exquisito. Gracias.
José Luis Pacheco, muchas gracias por dejar huella de tu presencia en mis versos, un regalo tu comentario.
ResponderEliminarEspero verte amenudo.
Reme Gras.
Muchas gracias Marina, siempre tan atenta conmigo y mis letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Reme.
Karyn... agradecida con tu visita a mi espacio que ahora es también tuyo... gracias por dedicarme tu tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Reme.