Quiso mi Dios, que me escucharas,
que en mi debilidad,
me vieras,
y en tu furia, me
miraras
que comprender… no
quisieras.
Quiso mi Dios, que tu
rencor aflorara,
que desde lejos,
aquella envidia, en manantial brotara
puso su mano en
aclarar las aguas turbias,
y en su lugar poner
los puntos.
No es a mí a quien
condena
yo, ya sufrí desde
niña esta pena,
se destapo el pus de
la herida
ahora al aire, solo
cicatrizarle queda.
Si mi Dios lo quiso…
que así sea.
Reme Gras.
Derechos reservados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario